En los comienzos del siglo XX un joven de una aldea cercana vino en bicicleta a Malleza, para coger el coche de linea para Pravia, en Pravia coger el tren para Avilés y en Avilés un barco para La Habana.
Dejó su bicicleta arrimada a un arbol de La Plazuela, delante de la Iglesia, y le dijo a un muchacho que allí se encontraba ¡Cuídamela hasta que vuelva de La Habana!
El que fué a La Habana no volvió, el encargado de cuidar la bicicleta murió de viejo, pero la bicicleta sigue esperando.
La bici 'sagrada' de Malleza "El Comercio"
Nº 31 de los 50 regalos asturianos "El Pais"
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